Home intruders
En efecto: LOS RATONES NO MOLAN. Por muchos hámsters que hayas tenido en tu vida, ver a una rata gris según abres el ojo, desde tu futón a 20 centímetros del suelo, salir corriendo de detrás de la mesa para meterse en tu armario, es peor que una oleada de sudor en el metro, peor que el hígado a la plancha, y hasta peor que descubrir que tu camiseta preferida la tiene David Bisbal.
Del susto se me han cortado, claro, las ganas de hacer pis, porque yo soy de pis delicado y así no se puede, no señor. En estas condiciones no se puede miccionar. Después del shock inicial, me he decidido, por fin, a saltar de la cama y cerrar el armario con el fin de dejar al bicho dentro, al menos hasta que mis compañeros de piso se levantasen.
He puesto un único pie en el suelo, por si acaso me atacaba, y me he estirado lo más posible hasta tocar la puerta, que he cerrado como si dentro en vez de un roedor hubiese un poltergeist. Con el movimiento, mi otro pie, que estaba en el aire al más puro estilo Black Swan, se ha autorrozado con la pernera del pantalón, y mi mente enferma, que no ha concebido que los ratones no vuelan, ha procesado en una milésima de segundo que allí estaba él, intentando subir por mi pierna, y he pegado un berrido más grande que si me estuviesen degollando.
Cuando por fin me he tranquilizado, he decidido que al igual que no podía hacer pis, así no podía dormir, y me he plantado a montar guardia mirando fijamente al armario lo que quedaba de noche. Por supuesto a los cinco minutos ya estaba más grogui que el protagonista de Mientras dormías, con la luz encendida eso sí, y ya no me he despertado hasta las 12, porque una es de vejiga fácil pero todavía puede dormir como si estuviese hibernando.
Por la mañana hemos puesto trampas y movido todos los muebles, donde, por supuesto, no había nada, porque ¿por qué iba a mostrarse colaborador el ratón? Eso sí, llevo todo el día con las botas puestas, y ya no creo que me las quite nunca.
ACTUALIZACION: Frommage le ha puesto nombre al ratón y ahora me da pena deshacerme de él.
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